La corrección de textos escritos (y orales) es generalmente
una de las tareas que a los profesores les incomoda más. Sin embargo, para el
proceso de aprendizaje es fundamental. Los alumnos más comprometidos con su aprendizaje
demandan, a veces con insistencia, que se les corrija. Es más, se quejan de que
no se les corrige y de que por esta razón, no mejoran.
Y ese es el valor fundamental de la corrección: la mejora de
la expresión en la producción del aprendiz.
Para el profesor con cierta experiencia en la enseñanza de
ELE a grupos de origen multilingüe no le resulta es difícil hallar el origen de
los errores de sus estudiantes, que pueden estar provocados, en líneas
generales, por dos factores:
a) las características de la lengua materna del hablante y
b) algunos aspectos “intrínsecos” del español que presentan resistencia a ser aprendidos
por una mayoría de aprendices, sea cual sea su lengua materna.
¿Qué profesor/
alumno no desespera ante las dicotomías ser/estar o
por/para?
Pero no hay que rendirse ni desesperarse. Cometer errores es
un paso necesario para llegar a una meta, ya sea en la vida o en el
aprendizaje.
A continuación aparece un escrito de una estudiante. Cuando
escribió el texto llevaba unas 50 horas de clase.
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